viernes, 24 de enero de 2014

Padres, el síntoma de la pandemia

Los niños de 5 años que iban de azul conducían el balón por la verde hierba sintética, a duras penas eran capaces de mantener la misma dentro de las líneas, uno de ellos tropieza por el grosor de la línea y cae, y uno de sus rivales, de color rojo, estaba cerca. Sonó como un trueno el HIJODEP…SINVERGÜE…CAPULL….CARADUR…, dos personajes en la banda gritando como posesos ante la pérdida manifiesta de ¿¿gol??, mientras el niño que ha sido derribado por una línea, se levanta mirando a la banda y no al campo de juego, y varios niños más pierden su mirada en esos señores, y el árbitro hace gestos de negación ante los insultos que le están dedicando. Finaliza el partido, y resulta que el equipo azul ha ganado el torneo DE NIÑOS DE 5 AÑOS, el alto de los agresores se desliza orgulloso por el fondo del campo y se dirige hacia donde van los niños tras el partido, pasando cerca de un grupo de padres de otros equipos y del rival, y estos, henchidos de razón comienzan a insultarle y a recriminarle su actitud con más insultos, risas de otras personas y gestos varios de una exquisitez y elegancia que no puedo describir con palabras. Mientras juegan los niños de 6, se hace la entrega de trofeos de la categoría de 5 y los niños reciben el premio de un trofeo, que supongo que reciben con orgullo y merecimiento al esfuerzo realizado. Y el trofeo sale del recinto de la siguiente manera…como pueden observar no lo lleva ni un equipo de niños de 5 años, ni su capitán, ni su entrenador…adivinen quien es.


Desgraciadamente esto no es una leyenda, fue real como la vida misma, esto es nuestra sociedad. Mi primer partido de fútbol desde no sé ni cuando, para ver a mi sobrino pasarlo bien, disfrutar del deporte al que ha decidido apuntarse y me había comprometido a ir a verle, si me lo pide volveré, pero reconozco que me dio asco…
Todo lo que voy a poner en este artículo lo voy a basar en mis experiencias y llevaba tiempo queriendo escribir sobre la responsabilidad individual en la formación y educación de nuestros padres en el deporte. Soy entrenador de baloncesto desde hace muuuuchos años, principalmete de equipos de formación, y siempre he creído en el diálogo con los mismos, pero muchos de mis compañeros los quieren lejos, cuanto más lejos mejor. Lo entiendo, aunque no lo comparto. ¿A qué se debe que colectivos qué deberían trabajar por un mismo y único fin, que es que el niño disfrute de la actividad y la realice con la máxima seriedad y responsabilidad no puedan colaborar juntos???
Creo que se debe a numerosos factores sociales que no son exclusivos del mundo del deporte, pero nos debemos centrar en lo que vivimos. Ahora que soy padre voy a hablar en primera persona, espero poder superar estos complejos.
El primer factor debe ser miedo, miedo a que mi hijo no sea aceptado porque no es el mejor, miedo a que mi hijo no cumpla con las expectativas que yo me he marcado que debe cumplir, y da igual que un padre presione a un niño por jugar bien a baloncesto o por sacar un 10 en matemáticas, el fin y el principio es el mismo… esto me lleva a presionar al educador para, cercenando su autoridad, apoyarme en su ineficacia e incompetencia, para justificar y camuflar las carencias naturales del niño o nuestras carencias en la educación de nuestro vástago en su cumplimiento en los valores del esfuerzo, auto-responsabilidad, disciplina, atención, concentración, sufrimiento, sacrificio, etc. No somos capaces de entender que los educadores también se equivocan y son imperfectos, pero que normalmente quieren solo una cosa, que el niño y el colectivo progrese.
El segundo debe ser frustración, por que yo no pude cumplir con mis expectativas, espero que mi hijo me las haga sentir, que llegue donde yo no pude. Pues si mi hijo tiene que jugar en la NBA, solo hay 50 millones de personas con esa ilusión, y 5 millones de entrenadores que serán culpables de que no lo hagan todos.
Complejo de inseguridad, falta de confianza en mi mismo y en mi tarea como el responsable de la educación de mi hijo y busco culpables pues yo lo hago muy bien y no necesito que la gente me ayude, con lo cual no confío en nadie, pues no soy capaz de confiar en mi mismo.



Voy a exponer algunos ejemplos y consecuencias directas en la relación familiar y educación del niño:

    Si insulto al entrenador, estoy insultando a la autoridad, al ser yo la autoridad más importante para mi hijo, le licito para hacerlo conmigo, y no dudemos que lo hará.
    Si menoscabo las decisiones del entrenador cuando acaba el partido, cuando yo no soy el responsable de las mismas, mi hijo no entenderá cuando en casa tome decisiones con alguno de sus hermanos que no le beneficien a él.
    Si voy al entrenador a hablar educadamente con él, para conocer su punto de vista sobre muchas cosas, no solo del baloncesto, y cuando cierro la conversación le digo a mi hijo, este tipo no tiene ni p. idea, ¿lo convierto en un hipócrita y en un interesado?.
    Si ante un problema que tiene mi hijo, de frustración, de confianza, de juego, voy yo a preguntarle al entrenador por qué toma esas decisiones y por qué tiene esa actitud con mi hijo, en vez de hacer que mi hijo vaya a hablar con el entrenador a entender él mismo las razones, entonces le amputo a mi hijo su personalidad, le cerceno su capacidad de debatir, su capacidad de superar sus propios problemas, entender que hablando se entiende la gente y que el formado o profesor lo que quiere es enseñar… Qué pocos niños han venido a preguntarme o a pedirme consejo y cuantos padres lo han hecho. A todos les he dicho que venga el niño a hablar conmigo.
    Si critico a un compañero de mi hijo porque no juega bien, porque no le pasa el balón, porque se pelea con mi hijo…¿cómo voy a ser capaz de hacer entender a mi hijo valores como la solidaridad, compañerismo, ayuda o a conocer sus límites? ¿Cómo va a mantener buenas relaciones con los mismos o a solucionar los problemas sin mi mediación?
    Si autorizo a mi hijo a faltar a entrenar cuando tiene el compromiso de asistir con su equipo, de manera regular, porque tiene examen, y por miedo a que suspenda, ¿Cómo se va a levantar cuando caiga?¿Cómo va a entender cuando no se ha esforzado u organizado lo suficientemente bien? ¿Cómo va a entender cuales son sus prioridades y cuales ha elegido realizar? Las prioridades deben ser dos o tres como mucho, y con todas se puede cumplir, si una de ellas es de menor responsabilidad, ¿cómo va a entender que con las otras no se puede fallar dependiendo de sus intereses cuando llegue el momento y no esté yo?
    Si no llevo a mi hijo a un partido pues me voy de fin de semana con mi hijo o a comprar pues me viene bien que me ayude, o anoche me acosté tarde y estoy cansado, ¿estoy pensando en lo que quiere mi hijo o en mi comodidad y deseo?
    Si insulto al árbitro desde la grada o después del partido, ¿cómo voy a esperar que mi hijo no haga lo mismo en el futuro o entienda el respeto a las reglas? Si digo que el partido lo hemos perdido porque el árbitro ha pitado mal, si ha perdido de 80… ¿no será frustración mía??, si ha perdido de poco ¿no habría algún detalle que podrían haber mejorado que les hubiera hecho ganar o haberse esforzado más? ¿Cómo se va a superar si ya tiene la justificación perfecta y socialmente aceptada??


Entiendo a muchos de mis colegas cuando no quieren hablar con los padres, solo dar consignas claras e in-negociables, estamos cansados. Recuerdo aquellos tiempos en los que al profesor se le veía como una autoridad, en los que el colegio era una ayuda, en los que al entrenador se le trataba como alguien que ayudaba a nuestros hijos y no era su enemigo. No era todo idílico, no vamos a ser inocentes, pero nuestra sociedad ha cambiado. Ahora todos sabemos de todo, nos creemos con el derecho a hablar de física cuántica y si no obtiene los resultados que nosotros creemos que nuestro hijo debe tener, destrozamos la autoridad del maestro sin ningún escrúpulo. Delegamos la responsabilidad de la educación de nuestros hijos en todos menos en nosotros, mientras jugamos a la XBOX, ni siquiera nos presentamos y nos interesamos por como se llama el tutor de nuestros hijos, ahora sí, que suspenda un examen o no juegue un partido por mala actitud o por ausencias, a proteger a mi hijo y a quejarme, QUE PARA ESO HE PAGADO. Procura hacer una merienda con los niños que, además de que no te dan las gracias, te reprocharán que no la hagas…
¿DÓNDE ESTÁN NUESTRAS OBLIGACIONES COMO PADRES? No hacia el entrenador, sino hacia nuestros hijos. ¿QUÉ SOCIEDAD QUEREMOS FORMAR?, PORQUE LA FORMARÁN NUESTROS HIJOS.

LOS EDUCADORES ESTÁN CANSADOS, AGOTADOS.
Estamos infectados por un virus que ahora nos está amenazando con destruir muchos de nuestros valores, nos está destrozando y todavía podemos ganar, pero no hemos encontrado la vacuna.
La mayoría de los que no hayan tenido la responsabilidad de ayudar a grupos de gente joven, o no lo entienden o han perdido la perspectiva. La sociedad se ha anestesiado, teníamos todo, nos daban todo gratis y no pagábamos, pero no pagábamos ni con esfuerzo, ni con gratitud, ni con esperanza…


Quiero terminar el artículo con una actitud positiva, unos padres de mi equipo organizaron un fin de semana en su pueblo, con el equipo, no pudieron venir todos, pero lo hicieron la mayoría, estuvimos en un ambiente agradable, sintiendo en la comida del último día, a la que vinieron algunos de los chavales que no habían podido asistir y el resto de padres, su cariño, apoyo y compromiso. Fue muy agradable y de esas actividades que si nos hubiéramos quedado en casa, hubiéramos perdido, haciendo de la rutina nuestro hábito.
Hay gente que está dispuesta a transmitir esos valores positivos, que no tiene miedo a que nuestros hijos caigan, pues después se esforzarán en levantarse; que no le hace el dibujo a su hijo para que él aprenda a hacerlo; que se presenta y quiere ayudar al profesor para reforzarle y que las cosas salgan bien; que entiende que nuestros hijos son un eco nuestro y que somos un espejo para ellos; que nuestros hijos nos hacen y nos deben hacer mejores a nosotros,  no al revés; que no son nosotros sino que nosotros somos ellos. Creo que todos entendemos estos valores, pero nuestros miedos y frustraciones no nos permiten verlo, mientras tengamos miedos no conseguiremos entender que educamos todos, que no es exclusivo de los padres, pero que es NUESTRA RESPONSABILIDAD, no la de los demás. Y que cada cosa que hagamos influye. Por eso quizá en vez de tomar la decisión de involucrarse, se alejan para no tener que actuar.
Y a veces la mejor actuación es observar a distancia de seguridad como crecen y entender que no son perfectos. Hacerles ver sus carencias y limitaciones para convertirlas en fortalezas. Y dejar que se equivoquen para saber que tienen que corregir.
“Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien mas que a nosotros mismos, de como cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje. Si, Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado? perder? ?como? No es nuestro? Fue apenas un préstamo... EL MAS PRECIADO Y MARAVILLOSO PRESTAMO ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por si mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos.”
José Saramago

Ricardo Gorgues Lluch

4 comentarios:

  1. Gran artículo Ricardo, toda la razón del mundo

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  2. Enhorabuena!!!. Acertadísimo artículo. Ojala algún dia TODOS tengamos la sensatez que piden estas palabras. Ójala.

    De nuevo, mi más sincera enhorabuena por estas maravillosas lineas.

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  3. Grande Ricardo de poco en poco pero bueno muy bueno, espero el siguiente desde Orlando Florida...

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  4. Gracias, espero que sirva para que la gente reflexione.

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