No hay mejor noticia para empezar el mes de julio que la renovación de Romain Sato. Un jugador clave en la temporada histórica del Valencia Basket y por el que no pasan los años, pese a que muchos vaticinaron hace un verano la llegada de un alero saciado de títulos, de vuelta de todo. Craso error, porque lo que se encontró en Valencia fue a un ganador nato, la definición perfecta de profesionalidad, honradez y espíritu de equipo. Por una parte, una combinación de físico y know-how que condujo a los 'taronja' a la gloria europea. Por otra, un amor recíproco del que Sato se sintió huérfano en Fenerbahçe.
Aquí se siente como en casa. Su mujer es latina, por lo que la adaptación a la ciudad fue sencilla desde el principio. Además, el vestuario está lejos de los egos de Estambul y el dinero no ha sido un obstáculo insalvable en las negociaciones. A Sato ya no le hace falta mirar su cuenta corriente (quizás sí al agente) y es un hombre de palabra. Ambas partes han hecho un esfuerzo considerable pero justo. El hecho de que haya perdido bastante dinero habla maravillas de la voluntad del jugador, que ya hizo en su momento el 'contrato de su vida' y que ahora busca una estabilidad que no va a echar a perder por un puñado de dólares.
Dos datos definen a la perfección lo que significa el #Satismo. La temporada pasada, posiblemente la más dura de la historia del club en cuanto a número de partidos, solo se perdió el tercer choque de las semifinales del playoff ante el Barça. Se dice pronto, pero Sato estuvo en pista durante 67 de los 68 encuentros del Valencia Basket. Una auténtica barbaridad, que quizás pagó caro en los primeros encuentros de ese mismo playoff. El otro dato es el que todo el mundo sabe: cada temporada rasca un título. Mens Sana, Panathinaikos y Fenerbahçe lo conocen muy bien. Preparen las vitrinas para el año que viene porque querrá extender la racha.
Su estancia en Valencia coincidirá en el tiempo con Vladimir Lucic, al que todavía le queda un año de contrato más otro opcional. El gran desafío del alero serbio para la próxima temporada es comerle terreno al centroafricano y así ganar protagonismo en minutos e importancia. Algo necesario para el buen funcionamiento del equipo, porque los mejores registros de Sato ya han quedado atrás a sus 32 años. Los mantendrá, pero no irá hacia arriba. Lo lógico es que esa curva descendente se solvente con la línea ascendente de Luco, que debe exigir un relevo progresivo en el peso específico del equipo.
Seguirá aprendiendo de su compañero, pero también será consciente de que se le exigirá más para que Sato pueda llegar fresco al tramo final de competición, algo que cada vez será más complicado para el centroafricano por muy profesional que sea. Los números del serbio no son malos, pero su voluntad es que el impacto en la pista sea el mismo o incluso mayor. Sato sabe en qué momento tirar del carro, Lucic todavía no. Si consigue mejorar ese aspecto y evitar las lesiones, la estabilidad en el puesto de alero se transformará en una dupla letal para los rivales del Valencia Basket la próxima temporada.
@ToniPoncePress para Falta Personal
30/06/2014: Valencia Basket, el desafío de ilusionar en verano
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